Este post no pretende ser informativo ni una guía médica, si acaso pretende ser descriptivo y reflexivo. Solo es algo muy muy difícil de escribir.

Photo by Charles 🇵🇭 on Unsplash.
Por: Silvia Juliana.
Nunca había sido tan claro el miedo que le tenía a mi cuerpo y lo poco que lo conocía hasta cuando me dijeron que tenía VPH (Virus del papiloma humano).
Fue hace varios años ya y yo aún no sé exáctamente qué tengo, de dónde salió o por qué me tocó a mí. Las únicas certezas son dos palabras: colposcopia y cáncer. Dos palabras que no sé bien qué significan pero sí cómo se sienten: dolor intenso y miedo.
Yo con esto no he hecho más nada que sentir. Al principio, cuando te dicen, estás pasmado. No te explican nada, solo que tienes un tipo de VPH y que son varios y que no te alarmes. “Tranquila, esto se tiene que quitar solo. El cuerpo lo combate”. Eso sí, de ahí en adelante todas tus relaciones tienen que ser con condón, si no no se va. Eso último fue lo único claro que me dijeron.
Vuelves a casa desconociéndote. Vuelves a casa con la certeza de que tu equipaje es más pesado que el de los demás, que tu vida sexual no va a ser la misma y te despides del tren llamado líbido.
Tu cuerpo ya no es tuyo, es del virus.
Pero hay que seguir la vida, ir a trabajar, encontrar excusas para cuando tus compañeros preguntan “¿y de qué era la cita médica a la que te fuiste ayer?”, porque en las oficinas aún no conocen la prudencia.
En la cita le preguntas a la doctora, que aunque es mujer y te intentó explicar no dejó nada claro, que si deberías vacunarte contra el VPH. Ella dice que esperes, que ya va a llegar una vacuna más potente. ¿Pero cómo sé cuál es?, ¿cuándo llega?, ¿dónde me la pongo? Nunca te lo dice. No es como que ella en realidad vaya a estar pendiente de que te vacunes.
Pero yo necesito que alguien esté pendiente, porque ni siquiera soy capaz de googlear “virus de papiloma humano”. No. No. Yo eso no lo quiero ver.
Un año después la doctora dice que todo está bien, que estoy limpia de virus y sigo mi vida normal. Tengo parejas sexuales y les aviso que he tenido esto, que mi cuerpo es la casa de esto. Ellos me dicen que tranquila, que están vacunados, que sus papás los hicieron vacunarse cuando empezaron su vida sexual.
Y me alegro por ellos y por sus papás. Pero al mismo tiempo no sé si su vacuna es una real garantía de que no me pasará nada, de que no nos pasará nada. Y no sé a quién preguntarle porque me da pena, porque nadie te dice “tranquila, pregúntame lo que quieras del VPH”, porque Google aún no es una opción para mí.
Al cabo de un año vuelve. Despierta el virus. Ha descansado un año entero y ahora viene más fuerte, otro número de tipo de virus (así los diferencian, por números), uno que en el resultado médico está acompañado de las palabras “GRAVEDAD ALTA”. Y esta vez se convierte en lesión precancerosa, en algo que hay que quitar. Una lesión en el cuello uterino y ahora sí me desconozco.
Con esta enfermedad, como se me ha presentado a mí, nada me duele. No me duele el utero ni la vagina, no hay señales de que algo malo pasa.
Pero duele otra cosa, algo más profundo, algo que aún no sé en qué parte del cuerpo se encuentra. Solo duele todo. Duele tu capacidad de reproducir, duelen tus miedos, duele ser la persona que anda con esto por la vida, duelen las excusas que hay que inventar porque te van a mirar con tristeza si dices qué tienes. Duele todo. Esto aún no lo sé explicar, me disculparán.
Tu cuerpo definitivamente ya no es tuyo. Solo queda seguir y salvarlo y tratar de recomponerlo de a poquitos.
De repente hay una luz. Alguien te dice “yo también tengo algo. Tengo VPH”, pero que aún no sabe cómo hablarlo, ni cómo procesarlo. Y lo dejamos hasta ahí porque ninguna de las dos sabe qué decir además de “todo duele”.
No es sencillo abrirse así. Escribir esto no es sencillo porque no sabes si la gente, en su infinita ignorancia, va a creer que con mirarte se van a contagiar; o si no te van a llamar de ese trabajo al que estás aplicando, luego de ver que publicaste que tienes un virus. Y yo la verdad lo único que sé es que esto no me incapacita, no se pega tomando del mismo vaso de agua y que no me ha impedido cumplir con ninguna actividad.
Lo único que me interesa es darle a otra mujer esa luz que me dio esa persona ese día. Quizá hablar entre nosotras, resolvernos dudas, o simplemente hacerme creer que esto es algo más, algo de lo que no debo tener miedo. Esto es algo que va a pasar.
Ah, y si saben dónde me puedo vacunar, me cuentan. Nuevamente el doctor dijo que ya iba a llegar una vacuna más fuerte. Esta vez no se me va a olvidar.
Alguna vez en una escuela de mujeres, una chica nos comentó su historia con VPH, fue un testimonio valioso e inolvidable. Así mismo, valoro que tengas la valentía de compartirlo porque seguro muchas en este momento no se atreven a hablar del tema y sanar a través de la palabra con otras.
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Sos infinitamente valiente, gracias por abrirte, por expresarte y sacarlo. Espero de todo corazón que todo resulte mejor en un futuro próximo. ❣️
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Hola, Silvia Juliana. Es la primera vez que te leo. Me ha sorprendido tu texto, pensé que se trataba de VIH y empecé a leerlo despreocupadamente aunque con sigilo; de repente me saltó en los ojos la realidad: yo también tengo VPH. Comprendo lo que sientes. Yo tampoco entiendo mucho, y aunque quiero respuestas no las hay… Pero a ti te comprendo y deseo que donde sea que estés te encuentres bien y tu cuerpo se ponga de tu lado.
Gracias por esto.
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